Alicia...
El arquero de corazones siempre se equivoca de remitente, siempre enviándome misivas inútiles. Otra vez me obliga a mirar células necias porque ellas no se alimentan de las ubres de una vaca, porque su simiente huye de la madriguera del conejo. Quizás tendría que llevar un reloj en el bolsillo, y hablarte. Y quizás si tu te llamarás Alicia, entonces, entonces, me seguirías, y así, encogiéndonos por tus lágrimas derramadas en casas de setas, y charlando con un té caliente, podríamos formar un país con maravillas. Desgraciadamente, tienes todo un séquito de cartas espermatozoica esperándote
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