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CICLOTIMIA

Surco la acequia negra de tu ojo. Navego por los grajos de osadías, sin divisar la isla de Sal. Sabes cuál es la orientación perfecta, conoces el aguijón del viento, y además posees el mástil con tinajas de perdigones. Y sabes que es fácil, que cuando sientas las olas de sal debes cortarlas o corroerán tu madera, sabes que los estribores de ósculos no deben interceptar tu periplo, pero aún desconoces la respuesta a los interrogantes del lóbulo de tu oreja.

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