Asesinas del silencio...
Nunca creyeron en el destino, y la única señal que les permitía ver era un STOP. Optaron por saltárselo. Dos coches, un segundo, y un golpe. Las copilotos estaban completamente magulladas, teñidas de sangre, y engrasadas de dolor. Un simple hilo las mantenía atadas al mundo profano. Las conductoras salieron ilesas, sin un rasguño. Saltaron del vehículo, y se abrazaron, y siguieron caminando por la carretera, sin escuchar el cordón de vida
(No me olvido. Estoy en ello).
(No me olvido. Estoy en ello).
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Anónimo -