Me vendí a los silbidos de una copla paralítica, y pensé que está vez todo sería diferente. Pensé que el día que copuló el sol y la luna, todo cambiaría, pero las tardes se presentan torpes, y yo en coma profunda. Y continúo sin construir leyendas con los naipes de los jubilados, y mis ojos tampoco tienen ganas del reflejo de cristal de mi acompañante de bus, ni mis letras balbucear amor eterno
Veo perros rabiosos, hojas de margaritas sin te quieros
Y aquí me consumo entre sábanas sin el motín de un Padrenuestro, porque quizá su voz sería mi salvación
Y sólo goteo escapularios lisiados de metáforas
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Ariel -
S -