
Me han acusado de témpano, calumniado por construir murallas, difamado por hacer un somero adiestramiento de la ironía económica. También se han querellado conmigo porque no creo en la Eternidad, y pienso en Hoy. Mi entusiasmo volátil, tampoco se ha librado de tales denuncias. La anarquía que rige mis actos, mi habitación, y mi ética, se escapa por los intersticios de sus dedos. Las demandas también circundan sobre mi aspecto desaliñado, y mi austeridad en el trato con la plebe. Alego ausencia de vicios. ¿Ganaré el juicio? Sí, este pleito es mío, (y sin necesidad de Ally Mcbeal.)
0 comentarios