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CICLOTIMIA

Dos años...

Dos años... Voy a la pastelería, secuestrada por la nostalgia, y compro dos velas. Quemo el recuerdo, las reuniones de tus futuros perfectos, las fábulas de tus servilletas, y el automatismo de tus eslóganes para comprarme. Los fluorescentes de tus “Te quiero”, ya no iluminan mis calles. Oxidaste las palabras, envileciste los verbos, y asustaste a las promesas. Has sido una asesina de las letras, y de sus disfraces. Querías su desnudez, y que las privará de sus gabardinas de versos, y sus sombreros de copa. Y aborté. Malparí. Y las maté sin escrúpulos. Y te mostré un nuevo óvulo de garabatos. Y él, caminaba descalzo, limpio, impúdico, enseñando su sexo, y bebiste de él, absorbiste su almizcle, su néctar, pero nuevamente sacaste el escarpelo para arrancar ojos, y triturar manos. Pero tú ansiabas más suspiros, y codiciabas más lamentos. Con mirada pagana, vistes como escupía alfileres por mis ojos, y chinchetas desinfectadas de ironía… y recordaste el tonelaje de mis huellas. Siempre mirando atrás… Hoy, tú, caminas entre vacilantes talones, mientras desconoces mis estancias en Grecia, y mis pláticas con Homero. Me ha advertido de las anemias que sufren tus veracidades.
Yo encenderé las velas. Dos. Pero tú no estarás. Fallando, como siempre, en las ocasiones especiales. Ausente, para que el guión no falle. Y yo comeré la tarta de nuestro cumpleaños.. sin ti, pero siendo dos, y es que no te lo había dicho, pero vuelvo a estar embarazada.

Balada de la nostalgia inseparable

Siempre esta nostalgia, esta inseparable
Nostalgia que todo lo aleja y todo lo cambia.
Dímelo tú, árbol.
Te miro, me miras. Y no eres ya el mismo.
Ni es el mismo viento quien te esta azotando.
Dímelo tú, agua.
Te bebo. Me bebes. Y no eres la misma.
Ni es la misma tierra la de tu garganta.
Dímelo tu, tierra.
Te tengo. Me tienes. Y no eres la misma.
Ni es el mismo sueño de amor quien te llena.
Dímelo tú sueño.
Te amo. Me tomas. Y no eres ya el mismo.
Ni es la misma estrella quien te está durmiendo.
Dímelo tú, estrella.
Te llamo. Me llamas. Y no eres la misma.
Ni es la misma noche clara quien te quema.
Dímelo tú, noche

(Rafael Alberti)

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